En el momento en que se publicó este libro, el debate entre la religión y la ciencia se hallaba en su apogeo tanto en Europa como en Estados Unidos. William James, científico por vocación y por profesión, fue uno de los defensores más reconocidos y populares de la religión frente a quienes exageraban las implicaciones de la ciencia y pretendían finiquitar con ella no sólo la religión sino lo que en opinión de James era todo el lenguaje moral heredado, e incluso la moral misma como posibilidad. La voluntad de creer recoge una serie de conferencias enlazadas por la defensa del derecho a mantener una posición creyente en materias sobre las que no se dispone o no se puede disponer de evidencia suficiente.