¿La soledad es una epidemia de nuestra época? ¿Cuándo y de qué manera comenzó el deseo de desconectarse del mundo? ¿Vivir en la era digital amplía nuestra sociabilidad o nos deja cada vez más solos? La soledad siempre ha tenido un carácter controvertido, entre la capacidad de disfrutar de estar solo y la sospecha y el rechazo que produce la predisposición a estar apartado. A partir de una gran variedad de fuentes históricas y literarias, David Vincent analiza cómo se han comportado las personas que desean el recogimiento en sí mismas y la ausencia de compañía en los últimos tres siglos.
Vicent explora los sucesivos intentos de las autoridades religiosas y las instituciones políticas para gestionar la soledad, llevando a los lectores del monasterio a la celda del prisionero, y describe cómo el crecimiento del secularismo, la urbanización y la prosperidad de la sociedad occidental condujeron al desarrollo de nuevos pasatiempos solitarios al mismo tiempo que hicieron mas difíciles las formas tradicionales de comunión solitaria, con Dios y la naturaleza. Dibuja así un camino que va desde el retiro religioso, la meditación y la reclusión en prisiones, pasando por las caminatas, las manualidades, la lectura, los juegos de cartas, hasta las competiciones en solitario y la hiperconectividad presente.
En este recorrido, la experiencia de la soledad tiene una identidad reconocible a lo largo del tiempo: «Las angustias actuales sobre epidemia de vidas solitarias y el destino de relaciones interpersonales en la cultura digital son reformulaciones de dilemas aparecidos en prosa y verso durante más de dos milenios».