En esta historia el tono, la voz de quien narra y el lenguaje son los protagonistas. El lector se siente implicado desde el inicio pues la voz narrativa le habla a Juana todo el tiempo, se dirige a ella en segunda persona dando un toque de intimidad a la historia y a la vez lo hace cómplice, ya que es el único que se entera de lo que los otros personajes de la historia nunca llegan a saber.