HILLMAN, JAMES
«Nos volvemos menos psicopatológicos cuando somos capaces de hacer una apreciación metafórica de lo que está ocurriendo. También, esto que la psiquiatría a veces olvida: que la enfermedad forma parte del significado. El lado atrevido y arriesgado está en su explicación de la masturbación, violación, convulsiones y pesadillas, asuntos demasiado delicados para una discreta reseña y mi competencia.»
Juan Malpartida. ABC de las letras
«El Gran Pan no ha muerto. James Hillman nos confirma que sigue vivo en la era del ciudadano responsable, el homo sociologicus que interioriza las normas sociales y las reproduce, aquello que Marcel Mauss denominó persona moral. En las calles animadas por la multitud, en el silencio de las oficinas, hay un camino escarpado que sigue llevando al bosque salvaje de los cuentos. A través del pánico, la masturbación, la pesadilla y la ninfolepsia es posible alcanzar todavía a Pan y contemplarle cara a cara.»
Monsieur Tiffauges. De monstruos y prodigios
Pan, el dios-cabra, el dios peludo, fálico y errante que persigue a las ninfas para poseerlas, es la divinidad que representa a la naturaleza como fuerza generadora primigenia, al mismo tiempo que encarna en lo humano nuestro instinto más natural y más oscuro. Allí donde surge el deseo libidinoso o el desenfreno sexual más extremo, Pan se halla presente; pero también lo está en la otra cara del instinto: el pánico. Cuando el alma se encuentra poseída por el pánico, Pan se revela a sí mismo a través de la sabiduría de la naturaleza, ya que el instinto nos devuelve al instinto; y así, la pesadilla nos ofrece la llave para una nueva aproximación a la naturaleza perdida, pues en la pesadilla regresa la naturaleza reprimida.
Desde que «el gran Pan ha muerto», como anunció Plutarco hace siglos, la naturaleza ya no nos habla, o acaso ya no podemos escucharla. Para Hillman, sin embargo, Pan no ha muerto, y sigue viviendo en todo lo reprimido que retorna a nosotros en cada psicopatología del instinto: la violación, la masturbación, los terrores nocturnos o cualquier pulsión natural que nos aparte de nuestros hábitos civilizados. Desde esta perspectiva psicológica, Grecia ya no es algo arqueológico, sino que sigue viviendo en nosotros como un paisaje interno cuyas realidades míticas intemporales nos hablan de lo que ocurre cada día en nuestra realidad psíquica.
La segunda parte de este libro incluye la traducción completa de un magistral tratado mitológico y patológico de Wilhelm Roscher, titulado «Los demonios de la noche». Para Hillman constituye el estudio psicológico más completo y radical que existe sobre este dios griego.