Esta es la primera vez en toda su historia que la justicia colombiana fríe a un pez gordo responsable de un magnicidio. Aquí están plasmadas las principales voces que determinaron, en primera y última instancia, la condena del ex ministro, ex senador y ex candidato presidencial Alberto Santofimio Botero como coautor del magnicidio del líder liberal Luis Carlos Galán Sarmiento. Con esa atrocidad, el crimen y la política buscaban consolidar unas estructuras de poder formal en favor de los más altos intereses de la mafia.El libro reúne un par de entrevistas con Virginia Vallejo, amante de Pablo Escobar; las intervenciones públicas del sicario alias Popeye, principal testigo vivo contra Santofimio; la de Carlos Oviedo Alfaro, ex congresista asesinado luego de atestiguar, y la del acusado. El caso Galán no se ha resuelto del todo. Ahora está en el banquillo de los acusados el general de la Policía Miguel Maza Márquez, quien habría contribuido a cometer el delito desde su puesto de mando en la tenebrosa policía secreta das para favorecer con ello a sus amigos del cartel de Cali.Una visión de contexto dentro de esta obra muestra cómo Santofimio no es, sin embargo, el único dirigente político colombiano aliado con el crimen. Ni siquiera el primero. Ni el último. Durante los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez la mafia llegó a sesionar en la propia Casa de Nariño (llamada por ella «Casa de Nari») y se vanaglorió de poseer al menos 30 por ciento del Congreso Nacional.El libro reúne un par de entrevistas con Virginia Vallejo, amante de Pablo Escobar; las intervenciones públicas del sicario alias Popeye, principal testigo vivo contra Santofimio; la de Carlos Oviedo Alfaro, ex congresista asesinado luego de atestiguar, y la del acusado. El caso Galán no se ha resuelto del todo. Ahora está en el banquillo de los acusados el general de la Policía Miguel Maza Márquez, quien habría contribuido a cometer el delito desde su puesto de mando en la tenebrosa policía secreta das para favorecer con ello a sus amigos del cartel de Cali.Una visión de contexto dentro de esta obra muestra cómo Santofimio no es, sin embargo, el único dirigente político colombiano aliado con el crimen. Ni siquiera el primero. Ni el último. Durante los gobiernos de Álvaro Uribe Vélez la mafia llegó a sesionar en la propia Casa de Nariño (llamada por ella «Casa de Nari») y se vanaglorió de poseer al menos 30 por ciento del Congreso Nacional.