CASTRO CAYCEDO, GERMAN
Para ninguno de los emigrantes colombianos el éxodo ha sido fácil. La mayoría trabaja incansablemente para ahorrar unos dólares y enviárselos a su familia en Cali, Pereira o en Medellín, pero muchos sienten que no podrán volver jamás por simple orgullo:han sido incapaces de alcanzar aquel sueño americano que los atrajo en busca de la riqueza y, desde luego, de la respetabilidad que les niega Colombia.
Los más antiguos llegaron sin problema porque hasta hace unos años, cuando la presión no era tan grande, podían obtener fácilmente una visa de turismo y gracias a ella ingresaban y se quedaban. Ahora los controles son minuciosos y prácticamente la totalidad ha venido por el hueco, es decir, en forma clandestina a través de la frontera con México, desde Bahamas en bote o en avión, e incluso algunos por Haití