MEJIA, JUAN DIEGO
El protagonista y narrador de esta historia tiene ocho años y una relación muy especial con su padre "Mejía" al que adora y admira a pesar de que lleva años desempleado y pasa los días en busca de nuevas oportunidades laborales y las noches en los bares del barrio.
La relación con Laura, la madre, una mujer amorosa pero sumisa; los viajes al campo en compañía del abuelo Juan; la complicidad de su tía abuela, Judith, con quien lo une una pasión por los libros de aventuras; los emprendimientos frustrados del padre y su pasión compartida por el cine y el fútbol son algunos de los temas de esta novela que narrados en la voz tierna de este niño, van construyendo un retrato conmovedor de la cotidianidad de una familia en la Medellín de los años sesenta.
La crítica ha dicho...
"Con El cine era mejor que la vida, Juan Diego Mejía se arriesgó a narrar lo íntimo, lo que anida debajo de la piel de los seres que habitan esta ciudad fragmentada. Es una novela escrita con las vísceras. El contraste entre las quimeras empresariales de un papá alcohólico y las fantasías de un niño que quiere huir de la pesadumbre mediante las películas que ve y ama, se vuelve imprescindible para ayudarnos a sobrentender los sobrentendidos de la vida en familia sin caer en falsedades o en procacidades. Hay dolor y hay penas, pero también hay alegrías. Y hay anhelos, esperanzas, perseverancia, laboriosidad: la fuerza o el coraje de quien no se rinde en el camino traidor, como diría cualquier corrido mexicano. ¿Para qué negarse al encanto de esta filigrana de emociones? Una calle, la carrera Ecuador, que sube desde el Parque de Bolívar hasta Manrique, es el paisaje que escogió Juan Diego para relatarnos las vicisitudes de una Medellín que no volverá, aunque todavía no se haya ido".
Revista Arcadia
"En sus palabras se percibe poesía, discreta, en tono menor, y vamos entendiendo que cada frase fue construida con muchísimo cuidado, con un trabajo del tiempo que implica respeto por el lector y por el oficio de la escritura, y que nos presenta los dramas humanos fundamentales con la claridad y la pasión de quien tiene qué contar y sabe hacerlo".
Octavio Escobar, El Tiempo.