«Menos es más» es uno de los mantras más populares del siglo XXI. Marie Kondo y otros gurús del orden aseguran que deshacerte de tus posesiones te hará más feliz. Proliferan las curas de desintoxicación y los retiros donde se prohíbe el uso de la tecnología. Abrumados por el ritmo de la vida moderna, soñamos con espacios silenciosos, puros y diáfanos. El minimalismo, que empezó ligado al arte de vanguardia, designa ahora un estilo de vida aspiracional que pregona la austeridad al tiempo que fomenta el consumismo que dice combatir. Sin embargo, nuestro «deseo de menos» responde a un anhelo existencial cuyo significado profundo va mucho más allá de un armario bien ordenado.
Mezclando la crítica cultural con la crónica personal, Kyle Chayka emprende en Desear menos una búsqueda de los orígenes filosóficos y estéticos del minimalismo contemporáneo. Para ello, ahonda en la vida y la obra de artistas como Donald Judd y Agnes Martin, músicos como Brian Eno y John Cage o escritores como Junichiro Tanizaki; experimenta el aislamiento sensorial en un tanque de flotación, visita los jardines de rocas de Kioto y se sumerge en las enseñanzas del budismo zen. De esta miríada de ideas, lugares y personas emerge una poética alternativa del minimalismo, entendido como una forma radical de aprehender las cosas tal y como son, en lugar de evadirnos de la realidad o de su falta de respuestas.