LICHTENBERG, GEORG CHRISTOPH
Ofrecemos el segundo volumen de los Cuadernos de G. C. Lichtenberg, autor muy admirado por algunos de los pensadores más eminentes de todas las épocas y cuya influencia se puede rastrear a lo largo de la historia en numerosos y variados autores como Nietzsche, Canetti y Einstein entre otros.
Este segundo volumen de los Cuadernos (Sudelbücher) de Georg Christoph Lichtenberg ve ahora la luz por vez primera en castellano. Compone los cuadernos D y E, apuntes desde 1773 hasta 1776, respetando íntegramente la obra canónica original, que hasta ahora tan sólo se había traducido breve y parcialmente.
El pensamiento de Lichtenberg es aforístico y fragmentario a propósito, pues con esa forma de exposición el intempestivo y atípico ilustrado alemán quería oponerse firmemente al estilo de hacer filosofía en la época todo pensador de renombre había de escribir un sistema, si es que quería que la universidad alemana le abriese las puertas, huyendo de la filosofía sistemática de pensadores de renombre como Kant, en la estela de los filósofos Herder y Hamann.
Nominalista, empirista, antisistemático, ilustrado y contrailustrado, antirromántico y anglófilo podríamos describir si cabe su filosofía o mirada crítica de la realidad como clarificadora, crítica, sagaz, siempre fiel a la observación y al análisis de lo que rodea al ser humano: la naturaleza, la sociedad, la literatura, el arte, la simplicidad y diversidad de la vida.
A menudo calificado como el Montaigne alemán, por su delicado estilo literario, refinado uso del lenguaje y sensibilidad psicológica, en esta versión completa de su pensamiento se aprecia con más nitidez el Lichtenberg epistemólogo y analítico del lenguaje. Asombrado por las múltiples facetas del lenguaje y de su relación con el pensamiento entre sus apuntes encontramos chistes, juegos de palabras, paradojas, sátiras, que reflejan gran sentido del humor y refinado ingenio, sus apuntes son el resultado de la mirada crítica del filósofo escéptico que sospecha de todo, pero al que nada deja indiferente. Un clásico inagotable e insustituible, del que ni un fragmento tiene desperdicio.