CHIMAL, CARLOS
Cinco del águila es un libro que nos intenta sorprender. Sus relatos se transportan por lugares bien conocidos. La realidad, aún cuando se asoma al umbral de un sueño, es un viaje que pretende desnudar las calles, las grandes urbes y termina en lo irónico de los lugares mitológicos. Si María Sabina era parte del rito de los años 60 y 70, no podían faltar California y Moscú: lugares que en Cinco del águila dejan a sus personajes un aire de desilusión. No es de extrañarse que los diez relatos que forman este libro, prefieren caminar sin ningún hilo que los mantenga en equilibrio, sin ninguna voz que tenga piedad con el que se enfrenta a él. Y si a Carlos Chimal no le interesa el equilibrio, es porque se arma de una narrativa limpia, sin rebuscamientos que se alejan del relato mismo. Nunca busca la sorpresa y, sin embargo, ella deviene como consecuencia de un saber narrativo, sostenido con la certeza de que su escritura no pretende tomar por asalto a los transeúntes, tampoco a los lugares. Lo que quiere es sostenerse del viaje y de los sueños; saltar sin arbitrariedad a la fábula: mantenerse en la realidad.