GRABE LOEWENHERZ, VERA
Conocí a Carlos Pizarro en 1974. Compartimos todos los tiempos de actividad de guerrilla urbana, de tortura y cárcel, de vida y combate en el monte, de travesías de desiertos; a veces en el mismo lugar, en otros momentos en responsabilidades y espacios distintos. Siempre con la certeza de un afecto profundo, aunque nunca fuimos muy amigos ni confidentes. rnAl leer y ver sus entrevistas y al hablar con tantas personas que estuvieron cerca de él, a lo largo de esta investigación he descubierto a Pizarro. He querido entender a este personaje que es real, pero parece de ficción porque es como un hombre de tres siglos: hijo como yo de la segunda mitad del siglo XX, con rasgos de prócer del siglo XIX, y visión del siglo XXI. Casi que un poema épico sería el género literario más cercano a su vida. Es más, en una de sus reflexiones desde la cárcel, cita al peruano José Carlos Mariátegui cuando dice que los revolucionarios no sólo luchamos por el pan, sino también por la belleza. Eso es Carlos Pizarro: la revolución tiene que ser también un acto estético. rnEn este caso será un retrato a muchas voces. Me leí todo lo que encontré. Vi todos los videos y reportajes que pude. Recibí una enorme generosidad y confianza en las más de cien entrevistas que hice. Las agradezco infinitamente, como agradezco los consejos que recibí para saber cómo escribir sobre Pizarro. Este libro debe ser tan libre y honesto como fue Carlos Pizarro. Por esta razón no pretende ser ni será u00abla verdadu00bb sobre él, sino mi acercamiento, tejido con las voces de muchos otros, algunas contradictorias, algunas míticas y acomodadas. También con muchos silencios y ausencias. Siempre faltará algo o alguien. No están todas las voces, porque siempre hay quien no aparece, no se consigue, no quiere, o ya no está. rnEs probable que surjan opiniones que dirán acá faltó, acá sobró, eso no fue así. Siempre quedará faltando algo. Será motivo para que muchos otros escriban para completar el cuadro. Finalmente, la historia está hecha de muchas historias, desde lugares y miradas distintas. rnCarlos, espero hacerte algo de justicia con este retrato escrito para darte gracias por habernos traído a la paz, una paz que viste antes que nosotros, que concretaste, pero que sólo alcanzaste a vivir pocos meses. Estoy segura de que, en la paz, con más tiempo y en otros tiempos, hubiéramos sido más cercanos, y podido pensar, crear y hacer muchas nuevas cosas juntos.