GROYS, BORIS
¿Qué pinta un urinario en un museo? ¿Por qué no nos parece extraño considerar un montón de basura como una obra de arte? Desde hace más de un siglo, cada objeto artístico levanta la sospecha de que tras su superficie podría ocultarse un secreto. En realidad, la sospecha es el medio del arte contemporáneo: sus obras, por lo común de apariencia ordinaria, vulgar, profana, despiertan nuestra atención porque tras esa apariencia sospechamos un misterio.
La modernidad ha sido descrita con frecuencia como la época de la sospecha destructora de los antiguos valores de la tradición. Pero la era moderna también es la época por excelencia de los archivos. Y, sorprendentemente, ha creado para los valores culturales un nuevo fundamento, mucho más estable que los antiguos: el de la sospecha misma, que no puede ser destruida nunca, porque es constitutiva de la contemplación de la superficie de los signos y los medios. Todo lo que se muestra se vuelve, automáticamente, sospechoso: estamos siempre a la espera de que el medio se convierta en mensaje, de que todos los signos que ocultan la "auténtica" realidad se disuelvan por fin para que ésta pueda mostrarse "como es". Y ese deseo no sólo se activa en los museos o ante un aparato de televisión; es universal, pues es, sin duda, una reformulación de la vieja pregunta ontológica por la realidad.