AIRA, CÉSAR
Sentíamos el sabor del crimen, que nada iguala en la realidad, ni la droga, ni el sexo, ni las privatizaciones.
Si este relato cae en manos de chicas como nosotras (que es lo que me propongo y el motivo por el que escribo), aprovecho la oportunidad para recomendarles el crimen como exaltador de la vida.