En un pai´s donde la violencia es el pan de cada di´a, el secuestro se convierte en una costumbre ma´s. Es precisamente de esa costumbre que se desprende este relato verdadero de la joven Manuela, la nin~a que oli´a a humo. Una secuestrada ejemplar encumbra en la figura del secuestrador, ma´s alla´ del estricto cumplimiento de su accio´n extorsionista, la conducta normal de un grupo de personas que sienten y sufren como cualquier mortal. La autora muestra una dimensio´n del secuestro distinta a la habitual, sin desoi´r jama´s que negociar con la vida es un acto violento e inhumano.
Manuela (Ani), la joven protagonista de este relato, ha crecido en un ambiente natural y sencillo, rodeada de afecto y de una ensen~anza viva. Ha aprendido a hacer de todo: a cocinar, a vender, a mandar y a manejar camiones. Es su cara´cter, hacendoso e inocente, lo que le permitira´ ganarse el afecto y la admiracio´n de sus secuestradores, que no alcanzan a imaginar que una nin~a de su condicio´n social se divierta ensen~a´ndoles a nadar, a pelar gallinas, a sembrar, a limpiar, a barrer y hasta a poner flores en la mesa. Ella es una secuestrada distinta a los dema´s; una secuestrada que aprendera´ a vivir hombro a hombro con sus raptores convirtiendo la tragedia en un poco de felicidad.