Las historias de Kraus logran lo que sólo la buena literatura: la identificación profunda con sus tramas, con sus personajes. Las reflexiones que generan van más allá de lo personal, se adentran también en lo social, con fuertes críticas a la medicina entendida como negocio, a la pretendida omnipotencia de la ciencia, a la tecnología y al carácter vertiginoso que el mundo moderno imprime a nuestros actos. A través de estos relatos, Kraus diagnostica algunos padecimientos de los hombres de hoy y vislumbra senderos curativos, al hablarnos, como Sandra, uno de sus personajes, «de la suerte de vivir, de la inmensidad del amor, de la naturaleza, de las palabras bellas escritas por tantos y tantos [?], de la amistad».