Ni chamanes ni aura de la divinidad. No somos superhéroes. Apenas fingidores de un dolor que realmente sentimos. Esto dice Pablo en su texto. Y que solo San Juan sabe la clave wifi de Dios y que la guarda hace siglos a buen recaudo, solo para él. Y dice que el lenguaje es una fuerza, una tecnología prodigiosa, y que nos pertenece a todos. A veces elegimos unas pocas palabras y las llevamos entre tantas a nuestro juego. Que el lector tiene siempre la razón. Lo dice mientras friega los cacharros en éxtasis. «Y, sin embargo», de Andrés García Cerdán