FISCHER, PAUL
Antes de convertirse en el dictador más famoso del planeta, Kim Jong-Il dirigía el Ministerio de Propaganda de Corea del Norte. Desde allí, informado como estaba de la relación entre política y espectáculo, concebía, escribía y producía todas las películas norcoreanas, las únicas que podían verse en el país. Y allí sufría además la comparación que él mismo hacía de sus cintas con los blockbusters estadounidenses que tanto admiraba y que, como todas las producciones de Occidente, pirateaba para su particular y exclusivo consumo.
La industria fílmica del vecino del sur también era motivo de admiración y piratería, pero sobre todo lo era de envidia, poderosa fuerza gracias a la cual el Amado Líder dio con el recurso ideal para la industria nacional: el secuestro de la actriz más famosa de Corea del Sur y de su exmarido, el más aclamado director de cine del otro lado de la frontera.
Juntos iban a producir una de las películas más denostadas y celebradas de la historia, Pulgasari, una de esas cintas que, por fortuna para ellas mismas, merecen la calificación "de culto" antes que cualquier juicio de valor, y cuya "increíble historia verdadera" ha dado material a Paul Fischer para escribir un thriller comparable a los mejores libros del género.