En los petroestadossolía decir el Nego Altuna no hay ciudadanos: solo súbditos del precio del crudo, despiadados cazadores de la renta petrolera.
Oil Story recoge la aventura de un grupo de ellos durante el boom más prolongado y castatrófico de los últimos cien años. Son hijos de la misma nación que el poeta Rafael Cadenas llamó de grandes comedores de serpientes. Jerry Espinoza, alto ejecutivo de Petróleos de Venezuela, mata de un disparo a su asaltante al repeler un atraco una noche de 1997, en vísperas de Chávez. Los bárbaros usos del país recomiendan arrojar sin más el cadáver a un baldío. Mayimbe, su cómplice en la macabra empresa, amigo de juventud, malviviente y drogadicto, se torna contra él y comienza a extorsionarlo sin compasión. Entra entonces en escena un comando de exterminio, contratista externo de la Gerencia de Seguridad de la petrolera... Son historias de vidas cruzadas que nos llevarán de Caracas a Londres y Praga; de Maracaibo a Tulsa, Oklahoma y también al Golfo Triste donde todo comenzó hace más de un siglo.Vidas como las de Natalia Benes, la biólogo del mar, glamorosa y moralista, que enmascara los desastres ambientales que causa PDVSA en el delta del Orinoco. Como la del Negro Altuna, espectral cronista de los albores de la industria petrolera. O la de Ralph Arnold, el geólogo de Stanford que halló petróleo en Venezuela en 1911. Vidas de las que se vale Ibsen Martínez para relatar buena parte de la historia del oro negro en su país. Su poderosa narración, que le da una vuelta de tuerca a There will be blood, es a un tiempo culta y popular, poética y gozosamente prosaica. Oil story está llamada a hacer parte de los papeles póstumos del más fallido de los petroestados.