SEKIGUCHI, RYOKO
Nagori, literalmente «la huella de las olas», designa en japonés la nostalgia de la separación y, en particular, la nostalgia de la estación que termina, que nos deja y que, a nuestro pesar, dejamos atrás. Remite a la estacionalidad de un fruto o de una hortaliza anunciando su futura ausencia: para recuperar su olor, su sabor y su sensación no nos quedará otro remedio que aguardar un año entero conservando, eso sí, su recuerdo en la memoria de nuestros sentidos.
Nagori es asimismo la atmósfera de algo que ya no existe, como la de una casa que evoca el recuerdo de quienes la han habitado. Nagori es lo que queda tras el paso de una persona, de un objeto, de un acontecimiento. Nagori es, también, el momento de la despedida y el anhelo del regreso. Un lúcido y delicioso ensayo imbuido de poesía y clarividencia que, entroncando con la tradición de las fisiologías del gusto que inaugurara Brillat-Savarin en 1825, se halla a medio camino entre el tratado de estética, el libro de antropología cultural, la reflexión lingüística y la guía literaria.
Partiendo del término nagori, Ryoko Sekiguchi hace una sagaz meditación sobre nuestro vínculo con la naturaleza y las estaciones en concreto, sobre los diferentes sentimientos que éstas despiertan en nosotros y nos invita a emprender un viaje a través del arte, la poesía, la gastronomía, la sabiduría y el esplendor milenarios de Japón.
«Alterar las estaciones, desbaratar la sucesión del tiempo y sus etapas es la expresión de una gran fantasía para nosotros, los mortales, que estamos obligados a seguir el curso de un tiempo que corre en sentido único. Mientras dura la degustación, nos liberamos de nuestra temporalidad. Desear una naranja en pleno verano es desear vivir hasta el invierno, negarnos a hacer del momento presente la última estación.»