TRAPIELLO, ANDRÉS
Poco puede decirse del título de este libro, sino que está tomado de un dicho popular. De origen incierto (aparece al frente de un sainete valenciano del siglo XIX), no sabemos si surgió de algún suceso real, como bien pudo ser. Quien usa esta expresión quiere dar a entender con ella de modo irónico y humorístico la poquedad del negocio o asunto al que hace referencia. Que «miseria» y «misericordia» se sienten además juntas en la misma etimología dice mucho del corazón humano.
Los lectores de este libro hallarán aquí también esta estrella o asterisco manipulado, que hemos dado en considerar nueva vocal o vocal doble, tras haber descartado por diferentes razones el empleo de sucedáneos y equívocos, como la arroba, @, o la xuá, . El autor, tipófrago aficionado, considera que el uso de un lenguaje inclusivo no es ocioso ni mucho menos nocivo para la literatura escrita ni para la escritura en general. El hecho de que esta * sirva para lo escrito y no para lo hablado, no quiere decir sino que se contenta con ser leída, lo que no es poco trecho en un camino tan largo aún. Y que aquí se emplee tampoco significa que se quiera imponer a nadie, y mucho menos a las instituciones y personas que se crean competentes en este asunto y que vayan a disentir; otras, en cambio, hasta ahora opacas o soslayadas en los textos, serán visibles al fin y lo agradecerán, aunque la literatura no será desde luego mejor por el empleo de la *, pero tampoco peor.
Y por último unas palabras sobre las imágenes de la cubierta. Salen al paso de quienes niegan el carácter íntimo de este , y reproducen las radiografías del tobillo, tibia y peroné de AT., rotos en un revés (miseria), y los ocho clavos, agujas y alambres que los sujetaron (compañía), infortunio del que se trata en este libro. ¿Hay nada más íntimo que exponer el esqueleto propio a la curiosidad de los lectores, este deshuesarse en público, más comprometido aún que el encarnarse; esta postrimería «en vivo y en directo»? Sin contar con que probablemente no haya habido nunca escritor alguno con tanto futurismo dentro, cuando menos lo esperaba.