HOGG, JAMES
Desde un punto de vista múltiple y omnicomprensivo de abordar el horror, Hogg nos relata el lento deterioro de un personaje ya malo, que es animado al crimen por la doctrina fatal de la «justificación por la gracia» (una aberración de la doctrina de Lutero que
llega a afirmar que el elegido de Dios no puede pecar, que Dios jamás le castigará, que el homicidio, la embriaguez, etc., son pecados en el malvado, pero no en el hijo de la gracia que ha garantizado su salvación).
El horrendo héroe de Hogg proyecta sus asesinatos con plena conciencia, y los comete con lúcida satisfacción. No está loco; pero está poseso; le vemos someterse poco a poco a la persuasión de un amigo poderoso en quien reconoce, sólo cuando es emasiado
tarde, al mismísimo diablo, que ya nunca soltará a su presa...
«Que yo recuerde, hace mucho que no me había sentido tan cautivado, tan voluptuosamente atormentado por un libro», dice André
Gide, de esta obra terrible y prodigiosa, debida a James Hogg