GARGALLO CELENTANI, FRANCESCA
¿Cuántas veces, a lo largo de la vida, compartiremos la casa con nuestras amistades? Por placer o por necesidad, de manera temporal o más o menos permanente, habitar un mismo espacio nos mostrará siempre lo más íntimo de las personas: cómo comen y qué, cómo duermen, cuánto tiempo van al baño o cuánto son capaces de llorar, de beber, de aullar, de cambiar de pareja o de volverse célibe. Creo que las relaciones se afianzan o destruyen después de experimentar la vida bajo el mismo techo. Quizá solo así se sabe del amor, del deseo o de la pesadilla.