Los cuentos de Clara Llano son un viaje. Un viaje en el sentido figurado de la literatura y, a su vez, en el sentido real. Viaja una escritora que también es antropóloga: dos miradas en una. Como Los viajes extraordinarios de Julio Verne. Solo que los viajes de Verne son imaginarios. Los personajes de Verne buscan al padre en Viaje al centro de la Tierra. En Veinte mil leguas de viaje submarino buscan la libertad, el conocimiento y la venganza. En De la Tierra a la Luna buscan lo desconocido, ir a donde nadie ha ido. El viaje de Clara Llano busca narrar, en el libro que celebramos hoy, las formas del amor en regiones diferentes del país. Empieza en las selvas de Pacífico con las mujeres y los hombres afrocolombianos y sus vidas subyugadas.
Para aproximarse a la lectura de un libro de cuentos, el lector acostumbrado a leer una sola historia en cada cuento, busca intensamente una línea narrativa que unifique y centre los textos. Un gran río a lo largo del cual navegarán las historias y el sentido de las acciones. Cuando encuentra esa línea se sienta, ahora sí plácido, y se entrega a la magia de lo escrito. Navega en aguas conocidas. Sin sobresaltos. Sentado en el blando sillón de la sala.