STRAUSS, LEO
Prefacio1. ¿Qué es la educación liberal?2. La educación liberal y la responsabilidad3. El liberalismo de la filosofía política clásica4. Sobre el 'Minos'5. Notas sobre Lucrecio6. Cómo empezar a estudiar la 'Guía de Perplejos'7. Marsilio de Padua8. Un epílogo9. Prefacio a 'Crítica de la religión de Spinoza'10. Perspectivas sobre la buena sociedadÍndice de nombres
Leo Strauss ha dedicado gran parte de su trabajo intelectual a arrojar luz sobre las diferencias fundamentales y las coincidencias posibles entre la filosofía política clásica y la filosofía política moderna. En esta obra, esa reflexión se despliega a partir de una cuestión inicial: en qué sentido la filosofía política clásica puede considerarse liberal.En la primera parte, el autor desarrolla y discute el concepto de educación liberal, a la que, lejos de calificar como mero adoctrinamiento, define como "el antídoto [...] para los efectos corrosivos de la cultura de masas, para su tendencia inherente a producir sólo 'especialistas sin espíritu o visión, o sensualistas sin corazón'".La segunda parte se ocupa de rastrear el liberalismo de los pensadores premodernos, examinando no sólo sus temáticas sino también sus estilos de escritura, su "arte de escribir". En un trabajo casi arqueológico, Strauss se concentra en el análisis del poema de Lucrecio y allí encuentra el terreno en que el pensamiento premoderno parece acercarse más que en ninguna otra ocasión al pensamiento moderno.En el ensayo titulado "Un epílogo", la reflexión acerca del liberalismo -antiguo y moderno- adopta una perspectiva crítica que lo lleva a cuestionar el relativismo de los valores, presente en las ciencias sociales modernas y que a menudo ha sido vinculado con el liberalismo, el cual -aclara- no carece de valores.Aun cuando hoy suele asimilarse liberalismo y liberalismo económico, la exploración de Strauss acerca de las raíces filosóficas de la democracia liberal permite rescatar el principio de una sociedad fundada sobre los valores y la educación, rechazando el enfoque de un "liberalismo pervertido", que sólo procura una vida "segura y feliz" y que "olvida la calidad, la excelencia o la virtud".