En el Londres de los años veinte, Virginia Woolf, tras luchar contra su propio espíritu de rebeldía, empieza a concebir una nueva obra, la que será la célebre novela La señora Dalloway. En 1949, Laura Brown, una joven ama de casa de Los Ángeles, prepara una tarta de cumpleaños para su marido con la ayuda de su hijo pequeño, mientras sólo piensa en seguir leyendo la novela de Virginia Woolf. En los años noventa, en Nueva York, Clarissa Vaughan compra flores para una fiesta en honor de Richard, un antiguo amigo enfermo que ha recibido un importante premio literario.
Tusquets Editores publica ahora este clásico contemporáneo porque, más de veinte años después de su escritura, constatamos su vigencia plena. Entre otras muchas cosas, Las horas nos recuerda que debemos perseguir ese momento único, especial, que da sentido a nuestra vida; y que, cuando ese momento quede en el pasado, al invocarlo recuperamos la energía necesaria para seguir adelante. Frente a la tristeza y la insatisfacción de nuestra cotidianidad (y particularmente ahora, en plena pandemia), Las horas propone convertir un simple paseo por la ciudad en una experiencia inolvidable; un pequeño gesto, en una fuente de placer. Es, por otro lado, un canto a los libros, al amor y a la amistad, y sobre todo a la libertad, a vivir el amor y la sexualidad sin miedo. También, y no menos importante, la novela transmite de manera inigualable la sensibilidad de una autora tan reconocida como a veces aparentemente distante: Virginia Woolf. Vemos a la escritora inglesa en su intimidad familiar, nos introducimos en su mente creadora, y asistimos a su triste final. Michael Cunningham, a través de sus personajes, logra hacer realidad aquello con lo que soñó Virginia Woolf y que, al final de su existencia, no pudo ver cumplido: ver cómo la vida se abría paso y, pese al dolor, salía vencedora.