Imagínese entrando en una biblioteca desconocida. Los libros reposan sobre los anaqueles, y usted se deja guiar por el azar antes de escoger alguno. Cuando lo tiene en sus manos descubre que la portada está en blanco; lo abre y encuentra letras en desorden, palabras incomprensibles. Coge otros y sucede lo mismo. Así es ese lugar: a usted le corresponde nombrar cada libro para que cobre sentido. Entonces piensa el título que quisiera leer, y mientras lo escribe sobre una de las portadas, las letras en el interior se organizan. Al abrirlo de nuevo advierte que ya es legible, que las páginas son fruto del título que ha creado.
Así nació esta publicación. A través de nuestro blog, de Twitter y Facebook, invitamos a los lectores y amigos de la editorial a que nos ayudaran a crear un libro desde cero. La idea era comenzar eligiendo un título que no existiera. Generalmente, el título se piensa en los momentos finales del proceso de escritura, cuando el autor, luego de tener su obra lista, busca palabras que la cifren. Se trata de una decisión importante: el título es puerta para el lector, le anuncia el camino que le espera.
La propuesta de inventar títulos fue exitosa, y recibimos más de 120 participaciones que enviamos a tres jurados. Cuando recibimos los puntajes, encontramos un empate entre tres de ellos: El arte de gritar, Las cartas que Bartleby leyó, y Morar es el misterio. Se los regresamos a los jurados para que votaran de nuevo, y se definió el ganador: Las cartas que Bartleby leyó, enviado por Fredy Javier Ordoñez.
Una vez con ese título, inspirado en la novela corta Bartleby, el escribiente, de Herman Melville, nos encargamos de diseñar una portada, contraportada y página legal. Ahí comenzó la etapa final del concurso: a partir de esa información, los participantes debían escribir la primera página del libro.
En máximo 2400 caracteres con espacios, los concursantes escribirían el comienzo, el umbral del libro. Ni una palabra más, una primera página tan buena que entusiasmara e hiciera inevitable seguir leyendo. 52 personas de Colombia y Latinoamérica nos enviaron el inicio de un libro que no existe.
Una certeza resultó de la gran acogida que tuvo el concurso: la buena literatura tiene la virtud de transformarse, de multiplicarse, de convertirse en muchos textos. El relato de Bartleby, los rumores acerca de su antiguo trabajo en la Oficina de Cartas Muertas, su preferiría no hacerlo, las cartas que probablemente leyó, todo eso inspiró las palabras de los participantes, quienes continuaron a su manera la creación de Melville.
Finalmente, un jurado compuesto por Jorge Franco, narrador; Carlos Vásquez Tamayo, poeta; y la traductora Nadia Benabid; leyó los escritos, escogió quince finalistas, y entre ellos, cinco ganadores. Después de leer cada escrito, dejen que continúe su imaginación, y en silencio terminarán ustedes, lectores, de crear los muchos libros que aquí comienzan.