A partir del siglo XVI, el discurso médico comenzó a concebir el cuerpo de la mujer como un cuerpo enfermo y lo afligió con mil males: "asfixia de la matriz", "histeria", "furia uterina", etc. Lo sano y lo malsano han justificado desde entonces la desigualdad de género y han funcionado como categorías de poder. En América, los primeros naturalistas modelaron la diferencia sexual para desarrollar el concepto de "raza": las indias e indios caribeños o los esclavos deportados serían, en este esquema poblaciones con un temperamento patógeno, afeminado y débil. Siguiendo la estela de Frantz Fanon, Angela Davis o Silvia Federici y de los mejores genealogistas, Elsa Dorlin desentraña, a través de documentación original, cómo operan estas articulaciones entre género, sexualidad y raza, y su papel central en la formación de las naciones europeas. Unas naciones que se erigirán, precisamente, desde un modelo de "madre" moderno, blanco y sano, opuesto a las figuras u0093degeneradasu0094 de la feminidad como la bruja, la cantinera o prostituta, la histérica, la ninfómana y la esclava africana. u0093Estudio que, en la tradición del feminismo negro estadounidense (del cual Angela Davis es una de las principales teóricas), tiene la intención de reflexionar sobre las relaciones entre el sexo y la razau0094 -Geoffroy de Lagasnerie, Têtu u0093Foucault demostró que el sexo era menos un hecho anatómico que una construcción social. Elsa Dorlin revela cómo el nacimiento de la nación en el siglo XIX heredó las representaciones que se hacían del cuerpo de las mujeres y los esclavosu0094 -André Masse-Stamberger, The Daily Doctor u0093Brillante y eruditou0094 -Olivier Doubre, Politis u0093Un hermoso ensayou0094 -Jean Birnbaum, Le Monde