Después de cubrir el cincuentenario de la muerte de García Lorca un periodista se tropieza en un bar con un anciano que afirma que el escritor no murió en 1936. El encuentro da pie al relato de una mañana de agosto en que el anciano descubrió en la carretera a un individuo al borde de la muerte. Tras llevarlo a su casa para asistirlo, lo dejó en un asilo al cuidado de una monja y le perdió la pista. Después de muchos años volvió a encontrarse con el hombre al que había rescatado de la muerte, hecho un mendigo, y de nueva cuenta lo perdió de vista. Durante una proyección de un documental sobre el escritor granadino una certeza atravesó al anciano, quien, después de una profunda investigación, comprende que su hallazgo nunca podría ser reconocido por nadie, a menos que el periodista al cual le cuenta su historia crea que ésta es verdadera.