MARTINEZ GARNICA, ARMANDO
La premisa del autor Armando Martínez Garnica, un riguroso y apasionado historiador que en este libro se da licencias literarias, es que la campaña libertadora fue también una contienda religiosa, cuyo desenlace estuvo marcado por el apóstol Santiago, el santo patrono y el protector de España desde muchos siglos atrás.
Gracias a la intervención divina de Santiago, España había triunfado en sus guerras contra los moros y años después, durante La Conquista del nuevo mundo, los españoles se habían abierto paso a sangre y fuego, imponiéndose sobre territorios aborígenes.
A lo largo de 250 años bajo el influjo español, los habitantes de la Nueva Granada heredaron la fe católica y, así mismo, una ferviente devoción por aquel santo protector a quien se acudía en tiempos de guerra. Así que era apenas natural que los las tropas del ejército patriota liderado por Simón Bolívar terminara por elevar también sus plegarias a Santiago para que éste los librara de sus opresores.
La encrucijada del apóstol Santiago nos cuenta en términos sencillos lo sucedido durante los últimos días de la campaña libertadora: la llegada del ejército libertador al altiplano tras cruzar desde los llanos orientales el páramo de Pisba, las batallas de Gámeza, Pantano de Vargas y Puente de Boyacá, las estrategias de guerra de uno y otro bando y el desenlace con el apresamiento del general Barreiro por parte del niño pedro Pascasio Martínez.
Al tiempo que se desarrolla esta trama de hechos históricos, vemos también el aprieto en el que se vio el apóstol Santiago. ¿A quien favorecería en esta guerra? ¿A su pueblo español o a sus devotos neogranadinos?
El relato de Armando está basado en un hecho real que él descubrió mientras investigaba en el Archivo General de la Nación: el sermón patriótico que Miguel Ignacio de Padilla, el cura del pueblo de Boyacá, leyó a sus feligreses el 7 de enero de 1820 en cumplimiento de una instrucción dada por el entonces vicepresidente del Departamento de Cundinamarca, el general Francisco de Paula Santander, para que todos los curas de la Arquidiócesis de Santafé, y también sus feligreses, apoyaran el naciente proyecto de la República de Colombia.