WILDE, OSCAR
No cabe duda de que la fama de Oscar Wilde se fundamenta sobre todo en su obra de ficción. Su única novela, El retrato de Dorian Gray (1890), se ha llevado al cine en diversas ocasiones y sus obras dramáticas, también presentes en la pantalla, siguen llenando los teatros de todo el mundo. Y qué decir de sus cuentos, piezas clásicas con las que los niños actuales aprenden la lengua inglesa, o el impresionante poema autobiográfico La balada de la cárcel de Reading (1898), o su De profundis (1905), que es, dentro del género epistolar, una obra maestra que conmueve y subleva a un mismo tiempo: quizás el ajuste de cuentas más sobrecogedor de la historia de la literatura.nPero hay otra faceta de Wilde, no tan popular aunque él le concediera gran importancia: su labor como ensayista y crítico, que nos ayuda a completar la imagen del narrador y dramaturgo. La presente edición, Intenciones (1891), reúne cuatro ensayos: u0093La decadencia de la mentirau0094, u0093Pluma, pincel y venenou0094, u0093El crítico como artistau0094, y u0093La verdad de las máscarasu0094, en los que un brillante Wilde da muestras de su predilección por la paradoja y el contrasentido, por la ironía y las máscaras. En estas Intenciones conoceremos al Wilde erudito, al académico de Oxford, al helenista y excelente conocedor de Platón y Aristóteles, al amante de Shakespeare, al obsesivo lector de La Divina Comedia de Dante, así como al crítico interesado en las corrientes literarias y artísticas de su tiempo.