ALAIN CORBIN (DIR.)
El cuerpo se ha convertido en objeto de la Historia porque es tributario de condiciones materiales y culturales que han cambiado radicalmente a lo largo de los siglos. De la lentitud a la velocidad, del retrato pintado a la fotografía, de los cuidados individuales a la prevención colectiva, de la cocina a la gastronomía, de la sexualidad vista desde la moral a la sexualidad vista desde la psicología; el lugar que ocupa el cuerpo en el mundo occidental ha ido evolucionando con los tiempos.
En la Ilustración los sabios lo manipulan y lo diseccionan. Miden la masa, la densidad, el volumen, la temperatura. Analizan sus movimientos. Pero los cuerpos de los expertos en anatomía, el de los fisiólogos y el de los gimnastas, son radicalmente diferentes de los cuerpos que sufren y que disfrutan. Los historiadores suelen olvidar la tensión existente entre el objeto científico y el cuerpo que prueba el placer y el dolor.
Esta gran obra en tres volúmenes profusamente ilustrados en color busca el restablecimiento del equilibrio entre la visión del cuerpo que tienen los científicos y la de los historiadores desde el Renacimiento hasta nuestros días. Los métodos y epistemologías son diversos, igual que las disciplinas que lo estudian. Sólo así se puede ofrecer una historia que se sitúa en la frontera entre el sujeto y lo social.
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