ERAUSO, CATALINA DE
En estas memorias los lectores no encontrarán las bellezas de la literatura, ya que nunca fue ése su propósito. Descubran en ellas, más bien, lo que de insólito, aventurado y electrizante contienen, que no es poco. Thomas de Quincey, el mejor glosador de estas páginas de Catalina de Erauso, lo dejó dicho en palabras exactas: «Sus memorias están cargadas de electricidad por los hechos que las conforman; de otra parte, en la manera de contar estos hechos, son de una sistemática sequedad.» En efecto, no fue mujer de letras sino de acción, la monja alférez, aunque confiesa «leer bien el latín», y su crónica, como tantas otras de los que pasaron a Indias,deslumbra por la fuerza de lo narrado, no por florituras de estilo que ninguna falta le hacen, en verdad. Las buenas historias no suelen necesitarlas. Escribió estas páginas doña Catalina en Sevilla, o tal vez en Madrid, en los años 1625 o 1626, poco antes de embarcarse por segunda y definitiva vez con destino a América.En efecto, no fue mujer de letras sino de acción, la monja alférez, aunque confiesa «leer bien el latín», y su crónica, como tantas otras de los que pasaron a Indias,deslumbra por la fuerza de lo narrado, no por florituras de estilo que ninguna falta le hacen, en verdad. Las buenas historias no suelen necesitarlas. Escribió estas páginas doña Catalina en Sevilla, o tal vez en Madrid, en los años 1625 o 1626, poco antes de embarcarse por segunda y definitiva vez con destino a América.deslumbra por la fuerza de lo narrado, no por florituras de estilo que ninguna falta le hacen, en verdad. Las buenas historias no suelen necesitarlas. Escribió estas páginas doña Catalina en Sevilla, o tal vez en Madrid, en los años 1625 o 1626, poco antes de embarcarse por segunda y definitiva vez con destino a América.Escribió estas páginas doña Catalina en Sevilla, o tal vez en Madrid, en los años 1625 o 1626, poco antes de embarcarse por segunda y definitiva vez con destino a América.