Escribo poco y mal. Asmático y tartamudo, soy la metamorfosis de lo mismo y estoy hasta la tusa de los premios. Preferible callar. Pero cómo callar si el oleaje no te deja. Más claro, no soy poeta de papel, ni de papiro hubiera sido. De oreja soy y escribo como hablo. Me cuesta hablar. Me demoro y ése se mi juego, parpadeo con la voz; no todos los fonemas me son propicios y desde hace diez años ahí ando con mi fibrosis pulmonar hasta encima de los aviones. La contraje no sé dónde o no sé cuándo. ¿Se me pegó en el seso cuando el Premio Cervantes allá por la pompa real en Alcalá de Henares? ¿Quién me manda visitar de corrido todos los párrafos del planeta donde vivió Cervantes, de Sevilla a Argel en un sólo mes escaso? Gonzalo Rojas.