RUSSELL, LEGACY
La teoría-ficción, o «filosofía-ficción», como se ha dado en llamar en alguna ocasión, toma el desvío de las convenciones académicas para adentrarse en el afuera proscrito, por los canales subterráneos de la ocultura. En este territorio se mueven los ensayos de la australiana Amy Ireland, la sacerdotisa-cíborg de Babalon que nos ha deslumbrado con una obra poblada de IAs insurrectas, hechicería temporal, replicantes y agitación xeno. El trabajo de Ireland bebe de las vanguardias modernistas, del aceleracionismo y el ciberfeminismo, el ocultismo y la cibernética, conspirando con el canon de la literatura y el cine Sci-Fi (William Gibson y los hermanos Strugatski, entre otros) y con el pensamiento extremo de autores como Sadie Plant, Reza Negarestani o Bataille. Como una Madre de Abominaciones, Ireland entreteje la historia oculta de las máquinas para mostrarnos un futuro turbador e inhumano, aunque no por ello exento de esperanza; una alquimia de elementos catalíticos donde confluyen el espíritu renovador del avant-garde, las pesadillas autocumplidas de la tecnología, los sueños proféticos de la ciencia-ficción y el inframundo de la filosofía.