DOUGLAS, MARY
Los estilos de pensar nos unen a ciertos grupos sociales con los que compartimos desde visiones del mundo hasta gustos de vestir y preferencias por artículos de consumo. La autora analiza los mecanismos semióticos y estéticos de nuestras elecciones cotidianas.
Solemos estar tiranizados por estilos de cocina, de vestir y de modas, pero la idea de que existen estilos de pensar es menos familiar y tal vez más inquietante.
Desde que Ludwig Fleck desarrolló en los años treinta la concepción de que existen estilos de pensar compartidos que unen a comunidades científicas, el estilo de pensar comenzó a ocupar un lugar importante en la filosofía de la ciencia y en la historia de las ideas.
¿Cómo operan los estilos de pensar? En los ensayos reunidos en el presente volumen, Mary Douglas analiza en primer lugar su función en los juicios contenidos en los lugares comunes de la vida cotidiana. Cuando elegimos un médico, el dibujo del papel pintado para el dormitorio, la cubertería o la vajilla de mesa, esta elección forma parte de un esquema de elecciones que compartimos con nuestros amigos.
Cuando la gente conversa sobre colores chillones o suaves, sobre texturas ásperas o sedosas, sobre maneras de hablar educadas o rudas, están construyendo una comunidad que traza líneas finísimas para asegurar sus sutiles distinciones.
Cuanto más fuerte sea el estilo de pensar, más efectiva es la presencia de la comunidad. Los miembros que se someten a su control, están usando la línea divisoria entre vulgaridad y buen gusto atribuyendo a su actitud una significación mucho mayor de la que se podría expresar meramente con palabras. Al mismo tiempo, esta sumisión a códigos de gusto y estilo permite inscribir más claramente la propia identidad dentro del contexto social.
Desde Edmund Burke, Baumgartner y Kant, la tradición filosófico-antropológica se hizo cargo de la dificultad de abordar el fenómeno del gusto. ¿Tiene componentes éticos? ¿Se basa en el puro placer o en dictados sociales y utilitaristas?
Los análisis de Mary Douglas se mueven en la frontera entre antropología, semiótica y estética y contribuyen de una manera muy lúcida y original a hacer transparentes los importantes mecanismos identificatorios que operan en las pautas estéticas, contribuyendo tanto a la diferenciación como a la cohesión social.