LOPES, ADILIA
Yo conocí la obra de Adília Lopes cuando estaba escribiendo mi tesis de maestría sobre el humor en la literatura portuguesa. Y, confieso, no me gustó. (
) Me ofendió su ironía, el que fuera poco ceremoniosa ante el sufrimiento y la soledad; me ofendió lo que parecía ser violencia psicológica contra la mujer que ella es, esa sátira recurrente de un universo femenino carente de afectos; me ofendió la desfachatez con que desarmaba las reglas simplonas de las relaciones humanas y nos dejaba expuestos a todos, a través de sí misma, al ridículo.
Pero esa fue tan solo mi primera lectura. (
) aprendí a amarla con el tiempo, como pariente que estuviera a punto de morir. Es necesario haber sufrido, es necesario haber engordado mucho para entender a Adília Lopes, dije años más tarde en el libro que le escribí.
Filipa Leal