Enya es una de las mayores artistas superventas de la historia, y a la vez una figura maltratada desde sus inicios por la crítica musical. Canciones como «Orinoco Flow» y las del resto de su repertorio que Chilly Gonzales define, acertadamente, como versiones actualizadas de la canción de cuna han enamorado a millones de personas en todo el mundo, y aun así todavía podemos encontrarnos a un gran número de personas que, por miedo a recibir una burla o reprimenda no se atreve a confesar públicamente su afición por discos como Watermark.
Esta circunstancia es la que lleva al autor a plantearse una pregunta crucial: ¿tiene la música que apelar a la inteligencia, o simplemente basta con que vaya directa al corazón? ¿Es mejor la música ingeniosa y compleja, o el mayor placer podemos extraerlo de la más eficaz simplicidad? Enya no es exactamente un libro sobre Enya es decir, sobre su vida y su carrera, sino acerca de las emociones profundas y duraderas que su música ha provocado en Chilly Gonzales, que aprovecha la circunstancia para abordar el misterio de la música en toda su complejidad. Enya, al fin y al cabo, es el señuelo a partir del cual poder hablar de la importancia de las melodías, de las emociones sin coartada, y justificar su defensa apasionada del efecto balsámico que estas provocan. Un placer (no) culpable, por tanto, del que no debemos avergonzarnos, pues es fuente de placer y de felicidad.
«Gonzales no es solo fan de Enya, sino también un analista apasionado de la música pop. El libro se extiende hasta Nina Simone, las cantantes de ópera de los siglos XVIII y XIX, la maldición y la bendición de cantar con vibrato, o incluso el coraje que conlleva inventar canciones con melodías sencillas y sin ego. En ese sentido, Enya se cuenta entre los mejores ensayos sobre el pop, entendido como música, arte y mercancía, que han aparecido en los últimos años.» JENS-CHRISTIAN RABE, Süddeutsche Zeitung