MONTAIGNE, MICHEL DE
Montaigne es nuestro contemporáneo por muchas razones. Su estilo se nos muestra tranquilo, ligero y espontáneo, cercano a la oralidad, procurando reflejar la naturaleza de la conversación cotidiana: algo desordenada, sin rumbo fijo, entre agraciada y risueña; no en vano este ensayista descreyó de las preceptivas, que prefería más bien pasar por alto [¿]. La tradición literaria universal ubica con justicia a Montaigne como el padre del ensayo, el inventor de una nueva forma de nombrar el mundo. Aquella que consiste en el libre y meditado examen de sí, y de toda la realidad histórica e imaginaria, que tiene como fin último la preparación para una muerte digna y serena. El sujeto, en esta escritura, es el dato esencial, y su punto de vista único y original es el blanco de las saetas.