WILLIS, JEANNE
«Los niños, para mí, son mucho más importantes que los editores, los políticos o los reyes. Siempre he tratado de darles lo mejor de mí a través de dibujos que les diviertan.»
Tony Ross
La incorrección y el genio humorístico han convertido a Tony Ross en uno de los ilustradores más aclamados del panorama LIJ internacional. Su talento, unido a la pluma de Jeanne Willis, convierten este álbum ilustrado en un libro memorable, cercano y aún más divertido. Ambos son dos maestros en recrear, a través de sus historias, la parte más traviesa y tierna de la infancia, aquella que no atiende a normas, se rige por las emociones y el sentido humor. En la cima de la montaña vivía un orondo mamut. Mientras, en el valle, un hombre de las cavernas muy flaco, no dejaba de pensar en comida. Un día, este hombre vio al mamut y rápidamente pensó: «¡Carne es lo que un cavernícola quiere!». Y ahí empezó todo. Sabiéndose hombre de mucha imaginación y pocos recursos, Gor se propone reclutar una tropa de cinco amigos, tan hambrientos como él, para conseguir las herramientas imprescindibles para la gran hazaña de cazar un gran mamut: una lanza, un carro, una olla y leña para el fuego. El hambre aguza el ingenio.
«Harto estoy de comer guiso de cardos.
Harto estoy de mascar hoja picada.
¡Carne! Carne es lo que un cavernícola quiere.
Y de mamut, Gor nos hará una empanada.»
¿Conseguirán Huraño, Forzudo, Barbudo, Portento y Pirado ayudar a Gor a hacerse con tan suculento manjar? Algo en lo más profundo de su trompa le dice al mamut que la merienda de los cavernícolas no va a acabar como ellos esperan. Pero ¿cómo impedirlo? ¿Podrá al fin el cavernícola comer carne, o tendrá que conformarse con hoja picada? ¿Cuál será la estrategia del mamut para librarse de los cavernícolas? En el inconfundible estilo de Tony Ross los personajes se convierten en seres cómicos, elocuentes y llenos de ternura; las situaciones, disparatadas y cómicas, consiguen, además de emocionar sin moralina, arrancar la carcajada al lector.
La traducción del texto de Jeanne Willis mantiene la musicalidad, el ritmo y el juego de palabras, con rimas sonoras e hilarantes que seducirán a los primeros lectores, animándoles a participar de la lectura en voz alta y ejercitar su memoria auditiva memorizando el relato de principio a fin.
El universo gráfico de Tony Ross alimenta nuestro imaginario sobre la prehistoria y da pistas a los más jóvenes sobre cómo vivían nuestros antepasados, confiriendo al libro un valor único, en el que desde la primera página se respira la ironía y el sentido del humor más afinado. Por último, y sin querer adelantar acontecimientos, baste decir que el inesperado y desternillante final refuerza la importancia de la familia como espacio de refugio, al mismo tiempo que sugiere una reflexión sobre la ecología, el vegetarianismo y, por qué no, la extinción de algunas especies.