iedra angular de la poesía moderna japonesa, los versos de Akiko Yosano, poderosos, sensuales e iconoclastas, trascienden fronteras geográficas y temporales.
Sinopsis
En 1901, una joven poeta causó una sensación sin precedentes con su debut en el mundo literario nipón y se erigió en abanderada de la modernidad. Akiko Yosano no solo renovó por completo la poesía tradicional, sino que desafió a una sociedad rígida e hipócrita al reivindicar el amor en todos sus matices: pasión, erotismo, celos, soledad
La presente antología rinde homenaje a una poeta, novelista, estudiosa y pionera del feminismo que brilló con luz propia en todas las facetas de su deslumbrante personalidad.
Estoy ardiendo
y mi cuerpo está envuelto
en un cerco de llamas,
aunque mi corazón ignore
cuál será mi destino
Akiko Yosano
Akiko Yosano
Akiko Yosano (1807-1942) nació cerca de Osaka y desde su infancia, se interesó por la poesía. En 1900 se unió grupo del poeta Yosano Tekkan, que pretendía modernizar las formas poéticas tradicionales, y comenzó a publicar sus poemas en la revista Myojo. La frescura y el carácter poco convencional de sus versos pronto llamaron la atención la crítica y Akiko alcanzó la fama en 1901 con la publicación de su ópera prima Midaregami (Pelo revuelto), que causó una sensación sin precedentes. En 1906, con el poemario Yume no hana (Flores de sueño) confirmó que su talento no era flor de un día y que su desarrollo como poeta no tenía límites.
En 1912, Akiko viajó a Francia para reunirse con su marido Yosano Tekkan, convaleciente de una depresión. La pareja pasó un año en París y recorriendo Europa. Fruto de este viaje es Natsu yori aki, antología publicada en 1914. De regreso a Japón, Akiko se embarcó en el proyecto literario más ambicioso de su vida: la traducción al japonés moderno del clásico del siglo xi Genji monogatari, obra maestra de su admirada Murasaki Shikibu. En 1921 Akiko fundó en Tokio la escuela femenina Bunka Gakuin, donde también enseñó, y en años posteriores se dedicó también a crítica literaria.
Akiko Yosano murió en Tokio el 29 de mayo de 1942 dejando un legado literario imperecedero de más de setenta libros y un valioso legado poético que anticipa la renovación poética realizada pocos años después por consagrados autores occidentales como Ezra Pound, T. S. Eliot o Vicente Huidobro.