PARDO, HELLMAN
El sol abre su oscuridad tiende un puente sobre el olvido. Avanzamos reconociendo en cada palabra nuestra propia soledad, la frágil resistencia que ofrecemos a la muerte. Venimos de la noche y hacia la noche vamos. Voces y nombres que tiemblan por un momento antes de instalarse, definitivas, en nuestras voces, en los huesos, en la sangre, en la oscura raíz que sustenta todo esfuerzo cotidiano. Avanzamos mientras el tiempo susurra en nuestro oído. Un tiempo enfermo, lleno de correspondencias, de señales y múltiples espejos en los que podemos mirarnos una y otra vez con inocencia, dolor o perplejidad.
Catalpa es ese reino solitario de arduas peregrinaciones, se alarga como un hilo de sombra, y nos guía, nos llama desde nuestro propio corazón. Catalpa es la tierra de la que estamos hechos, pero también el rumor fantasma que nos aleja del sueño y nos acompaña, para bien o para mal, en este tránsito.
Lucía Estrada