DUPERLY, ESTEBAN
El Teniente es un hombre taciturno enviado a un destacamento militar de la frontera de un territorio ignoto. Como agrimensor debe ir a tomar algunas medidas en pro de la soberanía de un país en guerra. El viaje debe hacerlo en compañía de una serie de ciudadanos remisos capturados en la calle de una ciudad cualquiera y enviados a La Teta, un prominente territorio ubicado en una inmensa llanura desecada por la mano del hombre, en la cual queda poca de la selva que alguna vez hubo allí.
En La Teta vive un Mayor desesperado con una recua de proscritos que están en esta ex colonia penitenciaria y después misión religiosa, quien cree estar cumpliendo alguna función en una batalla cuyo teatro de operaciones está muy lejos. Para el Mayor, la llegada del Teniente supone el fin de la espera de un apoyo que ha pedido durante los siete años que lleva allí, entre la soledad y la desesperanza. Pero para su sorpresa, el Teniente es todo, menos un hombre de guerra.
En la segunda novela de Esteban Duperly se demuestra el talante de un escritor que ha pasado por el cedazo de su inteligencia decenas de lecturas que tienen en estas tremendas páginas, escritas con una belleza ominosa, un correlato: aquí navegan juntas las voces e imágenes de Buzatti, y El desierto de los Tártaros; de Rivera y La Vorágine; de La tierra éramos nosotros, de Mejía Vallejo y de El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez, entre muchas otros tropos y lenguajes que hacen de esta narración un verdadero prodigio, un hallazgo, una revelación en la literatura que se está escribiendo en la Colombia del siglo XXI.
Hombres huérfanos deambulan en busca de un padre por un desierto simbólico en busca del agua que nunca llega y de una guerra que no pelearán. La vida y la muerte se disputan la partida. Entonces acontece la temporada de lluvias y todo, a pesar de una cruda violencia, vuelve a reverdecer.