XINGJIAN, GAO
Él es un hombre solo. Sin ideales, sin mujer, sin hijos. Está vivo y al fin es libre. Él mantiene silenciosas conversaciones consigo mismo en habitaciones de hotel de distintas ciudades, acompañado siempre de hermosas mujeres con las que apenas tiene relación más allá de breves encuentros eróticos. Él es ahora un reconocido artista chino exiliado que evoca los años en los que inició una batalla perdida contra el adoctrinamiento y la masificación.
En el ajuste de cuentas que mantiene con los recuerdos de su juventud, él hace un retrato, a un tiempo hermoso y terrible, del proceso que convirtió a su país en un territorio de espías y traidores, de temerosos y arribistas, de siniestros solitarios.