«Editado en 1979, hace cuarenta y tres años, El libro de los placeres no ha hecho más que ganar relevancia en un mundo que se hunde cada vez más en la inhumanidad. Nunca ha dejado de participar, aunque sea modestamente, en ese despertar de las conciencias que hoy enciende insurrecciones episódicas, permanentes e insólitas desde Chile a Tailandia.
Tales levantamientos ya se han producido en el pasado, pero esta es la primera vez que se reivindica abiertamente la vida vivida con total libertad. Es la primera vez que la resolución del pueblo de organizarse por sí mismo erradica a los dirigentes y delegados no mandatados y se protege así de la intrusión de aparatos políticos de todo tipo que tarde o temprano lo vacían de su sustancia».
Estas palabras del prólogo a la edición castellana de El libro de los placeres, escritas por el propio Vaneigem, quieren mostrar la actualidad de una forma de pensamiento y literatura que nació en las postrimerías del mayo del 68, alrededor del gran revulsivo político y cultural que significó la Internacional Situacionista y con la vista puesta en la actualización de aquella época de la revolución naciente.