«Un libro absorbente, de una honestidad sin fisuras. Una magnífica novela sin ficción» (Javier Cercas).
En la Nochebuena de 1995, el mejor amigo de Miguel Ángel Hernández asesinó a su hermana y se quitó la vida. Ocurrió en un pequeño caserío de la huerta de Murcia. Nadie supo nunca el porqué. La investigación se cerró y el crimen quedó en el olvido. Veinte años después, el escritor decide regresar a la huerta y reconstruir aquella noche trágica. Pero viajar en el tiempo es siempre alterar el pasado, y la investigación despertará unos fantasmas que creía haber dejado atrás: la infancia marcada por la Iglesia, el pecado y la culpa; la presencia constante de la enfermedad y la muerte; el universo opresivo y cerrado del que un día consiguió salir. Y con ellos emergerá la experiencia de una nostalgia contradictoria: la memoria de una felicidad velada, el reencuentro con un origen injustamente sepultado.
Una conmovedora novela sobre la colisión de dos mundos y dos modos de vida. Una soberbia narración que nos adentra en una España profunda e inexplorada. Un ajuste de cuentas con el pasado. Pero, sobre todo, una sutil e incisiva meditación acerca de la ética de la literatura, que nos hace tomar conciencia de que «escribiendo no siempre se gana, que a veces también naufragamos ante el dolor de los demás».
Descarnada y honesta, entre el thriller policiaco y la confesión autobiográfica, con ecos de Emmanuel Carrère o Delphine de Vigan, esta tercera novela de Miguel Ángel Hernández supone un verdadero paso de gigante en la construcción de una obra personal, sólida y coherente.
«Una reflexión sobre la escritura, una pesquisa, un dibujo de la España de los noventa y, en fin, una estupenda novela» (Fernando Aramburu).
«Escritura inmejorable que respira una verdad escalofriante» (Agustín Fernández Mallo).