AICKMAN, ROBERT
«Lo que es verdaderamente extraño, viendo estos cuentos, es que Aickman haya tardado décadas en ser traducido.»
Ricard Ruiz. El Periódico
?«La editorial Atalanta está inventariando en su colección Ars Brevis a otras firmas del cuento contemporáneo que también crean desde la belleza del margen, como Tsutsui o Petrushévskaia. Ahora, con Cuentos de lo extraño, nos descubre a Robert Aickman, un escritor culto, sabio y sutil, que a través de sus mitos, presencias y espacios muestra al lector un reflejo psíquico de las zonas de penumbra de nuestra propia mente, a poco que uno haya transitado por la vida ?esta ficción borgiana? con la misma capacidad de sobrecogerse aún por lo insólito y lo desconocido que tienen los personajes de este maestro del cuento. Del cuento, a secas.»
Sergi Bellver. Cultura/s. La Vanguardia
«Cuentos de lo extraño es un libro maravilloso en muchos sentidos: desde lo bello de su estilo (hay pasajes en El vinoso Ponto realmente deslumbrantes) hasta la sabiduría que se intuye en todos los relatos que lo componen. Robert Aickman ha sido, para el que esto escribe, un descubrimiento excelente que deparará horas y horas de buenas lecturas. Les animo a que lleguen a esta conclusión por sí mismos.»
Sr. Molina
«Es por ello que lo que Atalanta brinda con Cuentos de lo Extraño no es un libro de relatos fantásticos sino la escritura de un hombre de inteligencia y sensibilidad extremadamente refinadas, que narrando para aseverar nuestra coexistencia junto a otras presencias, dimensiones y formas de percepción, a las que estamos unidos pese a nuestro olvido y distanciamiento- por un vínculo más indisoluble de lo que podemos suponer, está hablando sobre lo más interno de la realidad.»
Alicia Guerrero Yeste. Koult
«Conviene leer a Aickman. Los que conocían "Páginas del diario de una joven", ya se imaginan los placeres que les esperan. Los que nada saben de él, no se los imaginan. Es difícil saber qué situación es más envidiable.»
Andrés Ibáñez (del prólogo del libro)
«Nadie mejor para ponernos los pelos de punta que Robert Aickman. Sin embargo, no se sirve de ningún efecto espectacular, ni de excesos en el estilo o la emoción [
]. Algunas de sus historias están, sin duda, más próximas a Kafka que a Mrs. Radcliffe.»
T. J. Binyon. T. L. S.
«Fue, en sus mejores momentos, el escritor de relatos de terror más profundo que ha dado el siglo.»
Peter Straub. The Wine-Dark Sea
«Su última colección de cuentos es la mejor, es decir, la mejor desde Walter de la Mare [
] hasta el punto de haberse convertido incuestionablemente en el escritor más destacado en este campo.»
Julia Briggs. T. L. S.
Robert Aickman, considerado por muchos uno de los más destacados escritores ingleses de literatura fantástica de la segunda mitad del siglo XX, siempre sostuvo que no escribía cuentos de terror, sino historias de lo extraño así le gustaba definirlas, historias que tienen la rara virtud de sumergirnos en una tensa atmósfera envolvente tan inquietante como poética.
El primer cuento se introduce con naturalidad en el corazón mismo del mito femenino. Las tres mujeres que habitan la misteriosa ciudad abandonada de una isla, a la que nadie puede llegar, son las únicas supervivientes de una era remota del mundo en la que la tierra estaba viva (como la «roca» donde habitan) y se vivía con los ritmos naturales, bajo el gobierno de la mujer.
«Los trenes», «Che gelida manina» y «Nunca vayas a Venecia» son historias fantasmales, pero no de las que dejan caer un espectro en cada esquina o lugar sombrío, sino de aquellas que nos sumergen sutilmente en un concierto de sentimientos extrañamiento, terror, desesperanza, erotismo, anhelo que se vuelven turbadores. El centro argumental de «La habitación interior» gira en torno a una suntuosa casa de muñecas cuya vida secreta vamos poco a poco conociendo a través de insinuaciones.
Como dice Andrés Ibáñez en su prólogo, «En las entrañas del bosque» es «la joya de la colección». En efecto, el misterioso hotel-sanatorio, perdido en el bosque y habitado por perpetuos insomnes, es una poderosa metáfora de ciertas sabidurías asiáticas: Los que estamos aquí tenemos que ser conscientes de la realidad las veinticuatro horas del día, explica uno de los huéspedes, pues la humanidad sólo puede alcanzar la verdad absoluta mediante un gran sacrificio, un sobresalto o una convulsión.
Según relata su autobiografía, The Attempted Rescue, Robert Fordyce Aickman (1914-1981) tuvo una infancia difícil, minada por las extravagancias de su padre, el arquitecto William Arthur Aickman, y los constantes altercados de éste con su joven esposa, 32 años más joven, Mabel Violet, hija del prolífico autor victoriano Richard Marsh, autor de una novela que rivalizó en popularidad con el Drácula de Bram Stoker.
Aickman fue un enérgico defensor del medioambiente; fundó una asociación fluvial y escribió dos tratados sobre el tema. Cultivó el teatro, la novela y la crítica de ópera, aunque será siempre recordado por sus 48 relatos, que reunió en distintas colecciones: We Are for the Dark. Six Ghost Stories (1951), Dark Entries (1964), Powers of Darkness (1966), Sub Rosa: Strange Tales (1968), Cold Hand in Mine: Strange Stories (1975), Tales of Love and Death (1977) e Intrusions. Strange Tales (1980).