En este libro, y por puro instinto, Natalia Jaramillo ha hecho exactamente lo que Rilke le recomendó a Kappus: ha escarbado dentro de sí misma, ha revolcado sus hallazgos y ha llenado la vida con su poesía. Le ha puesto a su escritura toda su fuerza natural, su facilidad para comunicar, y además le ha añadido el hecho de conocerse bien. Tiene a su haber publicaciones previas que dan cuenta de cómo la poesía ha sabido retener a una autora desde hace muchos años, haciéndola dueña de una obra madura y pulida. La Colección Ámbar tiene de nuevo voz femenina, esta vez una que ha gritado (no susurrado) a los cuatro vientos su amor al arte excelso que suelen tener quienes, como Natalia, no pueden dejar de ser poetas.