VIII, ENQRIQUE
Mujeriego empedernido y cruel, Enrique VIII (1491-1547), segundo representante de la Casa Tudor, se obsesionó con la bella y elegante Ana Bolena (1501-1536), marquesa de Pembroke y dama de la aristocracia inglesa. Tanto suspiraba el monarca por Ana, que anuló su matrimonio con su primera esposa, Catalina de Aragón (1485-1536), hija de los Reyes Católicos, un repudio que rechazó la Iglesia Católica y que desembocó en el cisma anglicano. Conservadas en el Vaticano, inéditas en castellano, este conjunto de cartas revelan los sentimientos de un Rey enamorado, obligado a «honraros, amaros y serviros» y que, finalmente, mandó a decapitar a quien durante varios años había sido su querida esposa.