Herman Melville (1819-1891) no sólo tiene asegurado un puesto de honor en la literatura norteamericana, sino que ocupa uno de los lugares privilegiados en la historia de la literatura universal, como demuestra su actual prestigio y el intenso debate acerca de su complejo mundo literario. Como ocurre con demasiada frecuencia, Melville no alcanzó la fama en vida: su novela más popular, Moby Dick, publicada cuando el escritor contaba poco más de treinta años, pasó casi inadvertida. La mayor parte de sus libros tiene el mar como escenario, pero el genio de Melville trasciende el simple relato marítimo, al utilizar el mundo del mar para ahondar en el enigma de la existencia; no obstante, la acción fluye ágil, el relato capta al lector con fuerza irresistible, la trama no pierde un ápice de realismo ni de credibilidad.
Los relatos seleccionados ofrecen un amplio espectro de los temas que obsesionaron a Melville. Benito Cereno es una inmersión en la insondable esencia del Mal, y la escenificación del hundimiento de un mundo -la esclavitud- y el resurgimiento de otro nuevo. En Billy Budd gravita una atmósfera sombría, fruto del dominio del Mal que triunfa en la Tierra sobre la inocencia, y el relato adquiere un carácter trágico que le da casi el aura de un auto sacramental. Daniel Orme, John Marr y Los «Gees» pertenecen a sus «sketches» marítimos, ejercicios de estilo donde se gestan los grandes temas de sus obras más ambiciosas.