Las historias recogidas en este atlas son todas rigurosamente verdaderas, incluso cuando pueden parecer inventadas. Si hay invención, esta proviene por completo de protagonistas de estas epopeyas en miniaturas. Porque de epopeyas se trata, siempre y, no obstante, incluso si los motivos que llevan a fundar una nueva nación son los más disparatados. En cualquier caso, estamos frente a verdaderas anomalías estatales, o que quisieran ser tales. En otros casos se trata de ingeniosas demostraciones con fines políticos. Algunos de estos países fueron inventados de la nada como proyectos artísticos, otros nacen de controvertidas reconstrucciones de antiguas herencias dinásticas. Alguno trata de forzar el derecho internacional para afirmar su propia definitiva soberanía. Por espíritu de libertad, o bien para pagar menos impuestos. Lo que por cierto las une a todas es la búsqueda irreductible, a veces surrealista, de autonomía e independencia.